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Sequía y muerte ecológica | PLUMA NEGRA

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La sequía 2024 es la más grave de los últimos 40 años, es también un drástico llamado a las autoridades y la comunidad. En un escenario apocalíptico, las expresiones del estiaje se traducen en muerte ecológica. Muerte de cuerpos de agua como los ríos  Coyolar en Puente Nacional o el Aguacapa en Huatusco, de bosques en las zonas montañosas por los incendios, de la flora y fauna silvestre, y también del ganado por falta de agua y las altas temperaturas.

Paradójicamente, las autoridades permanecen en una indiferencia o letargo para atender las emergencias; mientras que las empresas que comercializan el agua como Grupo MAS de Veracruz y pronto, la cervecera estadounidense Costellation Brands busca a toda costa obtener el vital líquido, muy alejados de la responsabilidad social que presumen.

Hasta el 11 de mayo, la Comisión Nacional Forestal (Conafor) reportó 136 incendios con mil 413 hectáreas forestales dañadas sin contar los pastizales en el sotavento.

Los habitantes de las montañas o del sotavento se organizan para atender la emergencia de los incendios con sus propios recursos, se ven obligados a bloquear carreteras para exigir al presencia de los helicópteros de la Marina o el Ejército Mexicano, mientras que la Secretaria de Protección Civil, es rebasada en casi todos los casos.

La amenaza a las fábricas de agua no parecen ser una prioridad para el Gobierno en sus tres niveles; el pasado 3 de junio, los habitantes de Quimixtlán, Puebla, cerraron las válvulas de la presa Los Colibríes que abastece de agua a Xalapa; el motivo, un incendio no atendido por el Gobierno la zona montañosa de La Barranca.