Lo que no sabemos de los feminicidios.
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La palabra feminicidio la escuchamos de manera cotidiana en el entorno, de manera diaria aparece alguna noticia que nos habla de cómo una mujer o una niña fue brutalmente asesinada, sabemos de sobra que cada día al menos a 10 mujeres les arrebatan la vida por el simple hecho de su género. La mayoría de veces es una pareja sentimental o alguien que las conocía de manera cercana, en otras ocasiones son personas que ya tenían denuncias por las mismas víctimas de feminicidio o por otras que lograron escapar de ese destino.
¿Por qué las cifras no bastan para que esta situación disminuya? ¿Qué falta ante los gobiernos para que la atención sea contundente y se muestre en sus acciones y legislaciones? ¿Por qué sigue la indiferencia social pese a conocer los nombres de las víctimas y ver que con mayor frecuencia son cada vez menores? ¿Cómo se ha lacerado aún más esta problemática desde la cobertura que brindamos los medios de comunicación? ¿Quién tiene verdaderamente la responsabilidad del incremento de cifras?, estas y otras preguntas surgen, pero siguen sin tener cabalmente una respuesta.
Tan solo en junio de 2023 se presentaron en México, alrededor de 426 asesinatos de mujeres que fueron investigados como feminicidios, sin embargo, hay asociaciones civiles que apuntan a que los números podrían ser mayores. De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística en 2022, fueron asesinadas de manera violenta 3800 mujeres y hasta julio de 2023 iban reportadas 1290. Estas cifras siguen quedando cortas pues sólo el 30% de las muertes violentas de mujeres se llegan a considerar como feminicidio.
Los datos anteriores siguen enfrentándose a la indiferencia social, al morbo de casos mediáticos que despiertan curiosidad un tiempo pero que con el pasar de los años los nombres de 10 u 11 mujeres que son asesinadas al día, se pierden en la memoria. Lo que no sabemos detrás de estos crímenes es que son responsabilidad de la sociedad, donde predomina el machismo y poco hacemos para que la educación en los espacios sea distinta. Tampoco hablamos del peso que tiene el lenguaje para entender cuán necesario es el respeto a los demás, incluso de cómo este lenguaje puede dañar la identidad y percepción que se tiene respecto a casos de violencia feminicida donde la investigación no sigue su curso porque no hay una perspectiva de género.