La máscara de un feminicida
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El mal, rara vez se muestra como tal, tiende a disfrazarse bajo perfiles atractivos, donde la bondad enmascara su maldad. El terror pregona sus acciones positivas y en lo profundo muestra su crueldad a pinceladas aún incluso bajo supuestos tintes de arte. Así se escondía Miguel, un presunto feminicida, descubierto por el crimen de María José, una joven de 17 años, quien fue abusada sexualmente por el criminal y luego asesinada.
La captura de Miguel visibilizó que hay más de 7 posibles crímenes de los que podría ser responsable, pues en su departamento encontraron restos humanos de otras víctimas, tan solo narrar esto es el símil de cualquier historia de terror, pero en este caso no se trata de una ficción, se trata de la realidad que enfrentan millones de mujeres en México y el mundo. Convivir con agresores que incluso pueden parecer aliados.
El perfil de Miguel a través de redes sociales es el de un activista, alguien que promulgaba en sus plataformas amor por los animales, viajero, de profesión químico farmacobiólogo y egresado de una de las mejores universidades del país. Cuando hablamos de estas características lo hacemos dándole un peso positivo como si alguien que muestra amor por los animales no pudiera ser cruel con las personas o el tener estudios profesionales y conocer el mundo nos brindara una perspectiva global que limita impulsos asesinos.
Lo cierto es que nada tienen que ver estos atributos con las acciones criminales, los impulsos asesinos pueden mostrar atisbos en el comportamiento diario, golpes de ira, control patológico e incluso algunas inseguridades, pero es común que llegados a este punto quienes cometen atrocidades como un feminicidio en realidad son personas funcionales que sus cercanos podrían describir en un derroche de virtudes, sin embargo, hay impulsos detrás que les llevan a perpetuar actos irreparables.
Más allá de un perfil psicológico la impunidad es el principal aliado de los feminicidas, en México y el mundo se mata a las mujeres porque es posible, porque rara vez hay castigos, porque teniendo evidencias salen en libertad, se amparan o se les absuelve por falta de pruebas.