La era del activismo
Aún falta la dispersión de mucho conocimiento respecto a la identidad de género, estamos tratando de comprender como humanidad que nos equivocamos al hacer clasificaciones como si se tratase de una enfermedad, estamos luchando desde algunos puntos para que dejemos de creer que se trata de una necesidad de conversión o una desviación, de ahí la intensidad con la que en igual reclamo de justicia se manifiesten distintos grupos buscando defender sus posturas.
No obstante, más allá de radicalismos o la necesidad de diversidades, en esta era de activismo donde toda persona tiene acceso a múltiples fuentes de información si algo deberíamos dejar de replicar es la violencia contra quienes tienen una opinión diferente y es que hay una línea que constantemente se adelgaza entre las libertades y los ataques, entre la exigencia y la represión y es ahí donde todas, todos y todes tenemos un gran camino pendiente. Encontrar el punto de cuáles son las formas para escucharnos sin oprimir al otro.
Para ello no basta la teoría, tampoco nos ha sido suficiente el lenguaje y es donde hemos de dar paso a nuevas generaciones a quienes con mayor naturalidad pueden cuestionarlo todo pero también asimilan sin mayor atisbo múltiples conceptos, son las nuevas generaciones quienes nos muestran la importancia de los múltiples colores y quienes también tienen la tarea de aprender sobre legitimidad, que la expresión tiene un límite cuando atenta contra la integridad porque de lo contraria terminamos desvirtuando las causas que tanto nombramos como justas.
Hay una larga lista pendiente que quizás comienza con el entendimiento, pero sin duda mucho antes con la necesidad de cuestionarlo todo para después responder con el sentido de para qué, para que no exijamos justicia, para que nos aceptemos, para existir en libertad, vivir en armonía y sobre todo a vivir sin miedo de ser quienes somos.