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Guerra de números, medios y pantallas.

zairosas.22@gmail.com

El periodo electoral nunca es limpio, la política en México y en general en diversas partes del mundo, se basa en la opinión que la población tiene de las personas que contienden, esta percepción pública tiene sus orígenes en la información del entorno, los partidos que representan y figuras vinculadas al mismo, de ahí la importancia que tiene Andrés Manuel López Obrador en este proceso, pues su gobierno nos guste o no ha representado un cambio en la historia de México, ¿tendrá continuidad ese cambio? Eso lo decidirá la sociedad el próximo 2 de junio.

En medio de este proceso, se construyen opiniones del entorno, desde plataformas digitales de acuerdo a las tendencias más representativas. ¿Qué está diciendo el común de la población de las y los candidatos? ¿qué noticias son las más relevantes en medios de comunicación? ¿qué personajes tienen un mayor número de menciones positivas? ¿quién genera emociones de seguridad y estabilidad?, todas estas respuestas deberían ser equitativas, sin embargo, la realidad es que, pese a regulaciones legales de tiempos de publicidad, aún no se han regulado los espacios en internet por lo que la percepción del electorado puede variar y ser fácilmente manipulable según los medios que se consuman.

En lo anterior estriba la importancia de la vinculación que se hace de personas allegadas a Andrés Manuel López Obrador con el narcotráfico en nuestro país, de acuerdo al New York Times, pues la nota publicada en el periódico considerado el más influyente del mundo, sí repercute en la imagen de nuestro mandatario y refuerza una tendencia digital de los hashtags de #NarcoPresidente, a estos datos se suman otros de quienes claramente han difundido la información que podría desestimar nuestro actual gobierno, un medio de comunicación que cuidadosamente elige las palabras donde menciona que los datos al ser de fuentes no verificadas bien podrían no ser ciertos pero aún así se publican, habla mucho del papel que tienen los medios de comunicación.

Pero no se trata únicamente del New York Times, se trata de cómo los medios de comunicación utilizamos las palabras,  en encabezados y textos para moldear la opinión pública, para generar controversias en tiempos específicos porque si bien la información ya existía desde tiempo atrás, no tenía la misma relevancia que tiene ahora en periodo electoral, de ahí el enojo del presidente ante la publicación de estos datos, pues no solo afecta a su gobierno, sino al tener una mala percepción del mismo, podría afectar la sucesión de quien representa a su mismo partido si es que la oposición logra un posicionamiento más claro y positivo. 

En la otra cara de la moneda está la imagen que brindan los mismos sujetos en cuestión, al hacer declaraciones sin sustento que de igual forma atentan contra la integridad de los periodistas, y caen en el mismo modus operandi, hacer calificativos sin verificación o datos sólidos. De ahí que el mismo presidente se ponga en charola de plata para recibir todo tipo de críticas y comentarios negativos, por divulgar los datos personales de la periodista que elaboró la nota del NYT. 

En medio de un contexto donde ejercer el periodismo es uno de los mayores riesgos, la divulgación de datos personales es claramente un delito y no hay autoridad moral que sea superior a ello, sobre todo es desproporcional decir que no es un error ventilar este tipo de datos y a los días calificar el mismo hecho de venganza y un atentado cuando el número publicado es el de su hijo.

La ventilación de números personales sin autorización ya sea de una periodista, de un hijo del presidente o de Claudia Sheinbaum son en igual medida un punto de riesgo para cualquier persona, sin embargo también es una realidad que este tipo de ataques será cada vez más frecuente conforme avanza la tecnología, de ahí la necesidad de personajes como Julian Assange de transparentar toda la información, para que comencemos a tener una cultura de respeto y omitamos constantes ataques por la manipulación de datos, mientras tanto estamos en un debate perpetuo que nos ayude a delimitar los límites de estos hechos. 

Las palabras importan, importan las percepciones y aún más la información que consumimos día con día, por ello no basta únicamente leer una nota, sino hacerlo desde distintas miradas. Analizar las fuentes y sólo así, desde una verdad colectiva y verdaderamente informada decidiremos con mayor claridad que rumbo queremos tomar en la próxima jornada electoral.

El Narco, el nuevo poder