Que no se apaguen las voces.
Para ello se dedicó a documentar qué tipo de notas cubrían las personas que habían sido asesinadas, e incluso a través del podcast “voces silenciadas” recopiló testimonios de familiares y amistades que narraban cómo fue la vida de estas personas, cuáles eran sus hábitos y entornos, de alguna forma para con ello lograr desmitificar la primera idea que viene al común cuando vemos un asesinato: “seguro andaba en malos pasos”, con el seguimiento de entrevistas Alejandra Ibarra descubrió que lo que tenían en común es su cuestionamiento al poder, no a un poder supremo, sino a figuras públicas de localidades.
En la mayoría de casos de asedio a periodistas el hilo conductor es el cuestionamiento al poder, sus prácticas, la obtención de recursos o incluso parodiar a figuras que no están cumpliendo con sus promesas de campaña. Esto a nivel local puede incomodar a múltiples personas, pero también ocurre por la impunidad en el país, porque en un gran número de atentados se descubre al autor material, es decir a quien jala el gatillo, pero no a quien solicita el crimen.
En medio de estos escenarios Alejandra también descubrió que estas voces usualmente no se conocen, el trabajo por el que periodistas han perdido la vida va haciéndose invisible, por lo que ella decidió hacer un mapeo de periodistas asesinados y dar difusión a su labor periodística a través del sitio defensorxs.org, en este sitio el público en general puede conocer cuáles eran las coberturas que las personas realizaban, para que sus voces no se apaguen y entendamos que lo comunitario es igual de relevante que lo internacional.
¿Qué hacer ante el horror de temer al mismo poder político que es quien ofrece protección? Aquí es donde la autonomía de las instituciones importa, y en igual importancia, que los gobiernos se capaciten en libertad de expresión como hace Veracruz a través de la Comisión Estatal para la Atención y Protección a los Periodistas. Las medidas de prevención son necesarias, pero en igual importancia es indispensable extender los lazos de comunidad, difundir los trabajos que de manera formal exhiben al poder aún cuando se trate de manera local, de ahí la importancia de las organizaciones que reconocen y visibilizan la labor de todas y todos los comunicadores, porque no hay igualdad sin libertad de expresión, sin que podamos transparentar todo tipo de datos y estar a salvo.