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CUALQUIER CONSULTA COMERCIAL O DIPLOMÁTICA ENTRE MÉXICO Y ESTADOS UNIDOS, SÓLO SERÁ POSIBLE A TRAVÉS DE LA CANCILLERÍA.

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*** Este cambio de actitud merece un análisis concienzudo y preciso.

*** La inconformidad llegó de inmediato de parte del Gobierno de Estados Unidos, a través del Embajador Ken Salazar.

Por Pascacio Taboada Cortina/Jorge Martínez Cedillo

Ciudad de México. – La decisión hecha pública por la Presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, de que, en el futuro, las consultas sobre asuntos ligados a relaciones diplomáticas y de intercambio comercial con el gobierno de Estados Unidos, sólo se podrán realizar a través de la Cancillería Mexicana, a cargo del secretario de Relaciones Exteriores, Juan Ramón de la Fuente, y no en otras áreas –como se acostumbraba en la administración recientemente pasada—por parte del Embajador de EU en México, Ken Salazar.

López Obrador, declaró “en pausa” las relaciones diplomáticas con Estados Unidos.

Lo anterior significa que el Embajador de Estados Unidos, Salazar, ya no tendrá que acudir a Palacio Nacional para entrevistarse directamente con la Presidenta Sheinbaum, como lo hizo el diplomático durante todo el periodo de Andrés Manuel López Obrador, para gestionar reuniones específicas de Salazar, con los diferentes secretarios del gobierno mexicano.

Este cambio de actitud y de Gobierno de la Presidenta Sheinbaum, merece un análisis concienzudo y preciso, sobre todo tratándose del vecino país del norte, dada su importancia como “primer socio comercial” de México, vía el Tratado de Libre Comercio, “T-MEC”, junto con Canadá, y de donde provienen capitales importantes e inversiones vitales para el desarrollo económico y social de nuestra Nación, así como exportaciones mexicanas con mercados seguros, generadores de empleos e ingresos para beneficio de  familias de este país.

Imposible dejar de señalar que, durante el gobierno de López Obrador, frecuentemente era visitado en Palacio Nacional, por el Embajador Ken Salazar. Parece que le encantaban los desayunos acompañados por “tamales de chipilín” y otros platillos de la comida mexicana, seguramente como recuerdo de sus antepasados.

De repente, esta situación cambió radicalmente. A unas semanas de que López Obrador concluyera su periodo de Gobierno, se anunció la viabilidad de la Reforma al Poder Judicial de la Federación, entre cuyos principios destaca la elección popular de jueces, magistrados y ministros de la Suprema Corte de Justicia, lo que implica riesgos muy altos de que llegue a la Suprema Corte cualquier ciudadano, sea honesto o deshonesto –en este caso se incluiría a representantes del narcotráfico, por señalar un caso, el cual se ha posesionado de poco más del 30 por ciento del territorio nacional—.

Esto, representa serios riesgos para las inversiones privadas, tanto nacionales como del exterior y, sobre todo, para la continuidad armónica del Tratado de Libre Comercio, “T-MEC”, entre México, Estados Unidos y Canadá.