LEER EN LAS PIEDRAS, EN LAS RUINAS, EN LOS VESTIGIOS…
Independientemente de la Maldición del Teopixque Cuauhtochca que lanzó el anatema de que jamás se podría construir en ese sitio otro templo que no estuviera dedicado a los dioses de la antigüedad.
Ahí, en ese mismo sitio, se ha intentado edificar a través de los tiempos el templo dedicado a Santa Cecilia con los resultados que aún hoy saltan a la vista.
Lo más que se había podido levantar es el casco exterior del templo y una torre.
Se cuenta que a finales del siglo XIX oficiales mandados a traer de Orizaba, porque no se confiaba en la mano de obra de los huatusqueños, (porque todo lo que construían se caía) levantaron una hermosa cúpula que se derrumbó a los pocos días de su terminación.
No obstante, todos esos antecedentes, cuenta la tradición que una ilustre huatusqueña, doña Sofía Rebolledo, retó al jefe político que debió haber sido don Joaquín A. Castro que si él se comprometía a levantar una torre ella donaría un reloj.
El asunto es que debería estar terminada antes del 1 de enero del año 1900.
Por las imágenes que acompañan este texto se puede deducir que hasta antes de esa fecha el templo tenía las dos torres inconclusas y que ambas iban a tener sus correspondientes escalinatas, sin embargo, al realizarse la construcción de la torre norte se quitó la escalera dado que el reloj que se instaló funcionaba en base a una pesa que bajaba a lo largo de la torre en un verdadero foso y que para que el reloj siguiera funcionando era menester volver a enredar ese contrapeso en el simple proceso que se conocía como “darle cuerda” .
El asunto es que efectivamente, ambas partes cumplieron con lo pactado, la torre quedó concluida en la fecha pactada y el reloj instalado a tiempo y su funcionamiento inició en el primer minuto del día 1 de enero del año de 1900.
Lo que pocos saben es que la torre, al término de su construcción estuvo a punto de caer, aunque solamente quedó inclinada fracturándose el frontispicio, doblando los pilares del frente y provocando una enorme grieta en el muro norte.
El padre Policanti, cura en ese tiempo, manifestó por escrito que eso ocurrió porque los necios del “Barrio de Arriba” construyeron la torre sin pedirle permiso.
Pero esta historia merece ser contada con más detalles en otra ocasión.
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