Víctimas entre la violencia y el silencio.
Para ninguna víctima de cualquier abuso es sencillo relatar lo ocurrido, de ahí que se popularizaran tanto las palabras de Giséle Pelicot cuando dijo “que la vergüenza cambie de bando” porque uno de los principales motivos que impide que alguien narre cualquier suceso es la vergüenza, sentir la responsabilidad de acciones que no deberían recaer sobre la persona, pero generalmente se siente por la falta de poder reaccionar ante los sucesos inesperados e incomprendidos.
¿Qué podemos hacer para fortalecer la denuncia? Más allá de trabajar en erradicar la impunidad, a todas las personas nos corresponde fortalecer la empatía, ser escuchas activas que sirvan como apoyo y orientación sin necesidad de generar mayor presión. Las señales a veces son claras, pero normalizamos tanto los comentarios que omitimos expresar el daño que generan también las palabras o manipulaciones.
En lo anterior las redes sociales llevan una gran ventaja, sirviendo como una extensa red de apoyo donde hemos descubierto que hay situaciones comunes que no tendrían que ser normales, pero también hemos ido entendiendo que hay vínculos poco sanos que probablemente construimos a través de fenómenos culturales que actualmente no son del todo válidos. Es ahí donde nos replanteamos incluso conceptos básicos como el amor y quizás entendemos que terminan siendo más complejos de lo que imaginábamos.
Ante el silencio de los oprimidos alcemos la voz por todas la injusticias, ante la tibieza tomemos bandos a favor de una construcción social propositiva y ante la soledad y la duda que surgen de la violencia, tejamos nuevas comunidades donde aprendamos nuevas perspectivas que nos recuerden nuestra dignidad humana más allá del género.