¿Somos tan frágiles ante la llegada de la IA?
Nuestra salud mental se vuelve frágil porque no la hemos atendido en siglos de la manera correcta, porque se ha estigmatizado el análisis de nuestras emociones y recién pasada la pandemia comenzamos a entender cuán necesarios son los vínculos humanos. Ante la falta de regulación de la IA es indispensable que se tomen acciones, pero el problema de raíz viene atrás, en los vínculos de hogar, las idealizaciones que enfrentan las juventudes y el poco conocimiento que tenemos de ello.
Trabajo constantemente con jóvenes universitarios que dominan las tecnologías, pero padecen con mayor frecuencia de ansiedad social, en este caso el problema no son los dispositivos, es la incapacidad de crear vínculos cotidianos lo que les orilla a comenzar a vincularse a través de las pantallas. Las plataformas son una alternativa fácil para solucionar un dolor más profundo, la falta de comunicación en casa, el aislamiento que hemos fomentado durante generaciones porque no sabemos remontarnos a lo más básico por temor al rechazo.
La IA al igual que otros desarrollos tecnológicos son un aporte fundamental a nuestras vidas que llegaron para facilitar procesos, de nosotros dependerá que no se convierta en una amenaza, para ello hemos de prepararnos constantemente, cuestionar con criticidad los datos recibidos y seguir fomentando discusiones sanas respecto a su uso, pero no podemos hacerlo sin antes acercarnos a conocerla, entender la función de los algoritmos y servirnos de la tecnología como fomento a nuestro desarrollo e innovación y no a la inversa.