No es el Rancho Izaguirre, es México un lugar de fosas y desaparecidos
Hablar de un campo de exterminio es incómodo para las autoridades mexicanas, las personas oriundas de Teuchitlán, Jalisco, tampoco quieren quedarse con la asociación de horror que implica el hallazgo del Rancho Izaguirre, al menos pertenencias de 400 personas, restos óseos y el indicio de más fosas alrededor es lo que se toparon las madres buscadoras al ingresar al lugar el pasado 5 de marzo.
Sin embargo, desde hace décadas hay hallazgos similares, ¿debería estremecernos? ¡por supuesto! Se trata de un genocidio que ocurre en nuestras narices y lo tenemos tan normalizado que al parecer nadie se inmuta al imaginar que detrás de cada par de zapatos y mochilas encontradas existió la historia de una vida con ilusiones de un mundo mejor.
Alrededor de México existen más de 60 colectivos de búsqueda, cuyo objetivo es encontrar a sus familiares desaparecidos, al menos en 24 entidades del país existe un colectivo que intenta recolectar la verdad, memoria y justicia para quienes han perdido a algún ser querido y llevan incluso décadas sin saber al respecto.
El Rancho Izaguirre es solo la sombra de la realidad de México, un país donde todos escuchamos y conocemos de estos sucesos, pero elegimos ignorarlos para una mayor comodidad, pues entre los desaparecidos están las personas más marginadas, aquellas que se vuelven víctimas por su deseo de mejorar.
¿Estaban metidos en algo? Es uno de los cuestionamientos más frecuentes que vuelve a revictimizar a quienes necesitan de la justicia de nuestro país, “a los desaparecidos no se les juzga, se les busca” pues es el mismo crimen organizado quien se ha valido de la necesidad de las personas para desaparecer a quien de por sí nunca sería buscado. ¿Por qué ellos? Porque tal como muestran las pertenencias encontradas en Teuchitlán, son restos sin nombre, historias que de manera general se suelen ignorar.