La indiferencia de lo normal y la agonía en nuevas generaciones.
En otra parte están los aspectos un tanto negativos que promueven retos poco sanos respecto a la percepción corporal y genera múltiples traumas, principalmente en las personas más jóvenes al promoverse estándares de belleza casi irreales que derivan en padecimientos como trastornos de la conducta alimentaria, ansiedad, irritabilidad y otros que van ligados de manera directa a la profunda influencia que tienen las redes sociales en su percepción personal.
Recientemente después de la muerte de Liam Payne, ex integrante de One Direction, se volvió a poner sobre la mesa la necesidad de hablar de salud mental, de entender nuestras emociones, ser empáticos y sobre todo fomentar comunidades de apoyo y acompañamiento.
Las comunidades son clave para el desarrollo de nuestra humanidad y de la humanidad misma, pues solo así podemos avanzar de manera más segura y rápida, no podemos seguir ignorando cuando alguien vive en aislamiento, las señales de depresión de personas que terminan con su vida, ni los números que nos hablan a gritos de la necesidad de entender a mayor profundidad el tema.
No basta con especialistas de psicología que atiendan constantemente bajo distintas terapias, también se necesitan redes de apoyo que puedan converger en distintos espacios, incluso los mismos espacios físicos tanto públicos como privados pueden sumarse a la prevención de estos trastornos. Si encontramos más puntos de convivencia que promuevan el diálogo y los encuentros públicos, seguramente ayudaremos a la construcción de una sociedad más sana, empática y feliz.