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Cuitláhuac: sí se pudo. | Parlamento Veracruz.

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Por Juan Javier Gómez Cazarín*

Una caminata de casi una hora en el Bulevar Ruiz Cortines de Boca del Río y un frapuchino de Oreo fue lo que le costó a Cuitláhuac García convencerme de participar en el proceso electoral del 2018.

La neta, yo andaba bajoneado de ánimo y él, en cambio, irradiaba mucha confianza en el futuro cercano. Los dos teníamos nuestras razones, pero su confianza era contagiosa.

Yo había sido candidato en el 2017 a la Presidencia Municipal de mi pueblo, Hueyapan de Ocampo. Pero el PRIAN, con sus jugadas sucias, sus partidos paleros y sus cajas de billetes nos hizo perder.

Antes, en el 2016, con Peña Nieto de presidente, Duarte de gobernador y el Yunes mayor de candidato del PAN (parece película de terror, ¿no?) hicieron perder a Cuitláhuac la gubernatura, mandándolo oficialmente al tercer lugar. Digo oficialmente, porque los Yunes no son cochinos de ahora y los números reales de aquella elección sólo Dios los sabe.

Pero el 2018, con el nombre de Andrés Manuel en las boletas y con nuestro aprendizaje de las chicanadas del PRIAN, iba a ser muy distinto, me aseguraba Cuitláhuac. Además, Yunes ya había gobernado y muy pronto le había aflorado lo corrupto, lo mentiroso y lo prepotente. La gente ya lo había conocido. El pueblo estaba harto de Chana y de Juana: era el tiempo de Morena.

Voy a ser Gobernador y tú vas a ser Diputado Local, me presagió con lucidez y seguridad.

La parte difícil, al parecer, no iba ser ganar la elección, sino sacar a Veracruz del hoyo en que lo habían metido. También en eso tuvo razón.