El mal en la casa de junto. | Parlamento Veracruz.
Por Juan Javier Gómez Cazarín*
En más de una ocasión me he preguntado si los integrantes del Poder Judicial de la Federación están plenamente conscientes del enorme absurdo de algunas de sus resoluciones.
Y no sólo del absurdo, sino también del profundo daño que causan a las víctimas y a la sociedad con sus insólitos dictados.
Si no están conscientes, su enajenación de la realidad, del mundo y de la sociedad donde viven es gravísima, casi patológica. Y si sí están conscientes, pero les vale queso, entonces es todavía peor.
Me queda claro que en muchos casos sus determinaciones absurdas se antojan impregnadas de corrupción, sobre todo cuando hablamos de un adinerado, un narco, un político poderoso o todo eso reunido al mismo tiempo en una persona.
Pero creo que incluso la corrupción (a lo mejor estoy pecando de ingenuo) no alcanza para explicar el 100 por ciento de los casos.
Creo que en muchísimos casos (además de corrupción) también hay soberbia, incompetencia, irresponsabilidad, falta de sensibilidad, ausencia de la más elemental empatía humana y nulo compromiso. ¿Le dejan el trabajo a un chalán y ellos firman sin leer lo que dice la sentencia? Podría ser. ¿Están hartos de su trabajo porque no les gusta, pero no renuncian porque el sueldo es muy bueno? También. ¿Son increíblemente incapaces y esconden su limitación siendo autoritarios? Igual y sí. ¿Se asumen (equivocadamente) intocables? Definitivamente.
El viernes se celebró aquí en Xalapa una jornada de los Diálogos Nacionales Sobre la Reforma Constitucional del Poder Judicial, con la presencia de personalidades de primer nivel.