La Virgen de Guadalupe, un legado de fe y esperanza.
En el corazón de México, hace casi cinco siglos, tuvo lugar uno de los acontecimientos más trascendentales para la fe católica en América: las apariciones de la Virgen de Guadalupe a San Juan Diego. Entre el 9 y el 12 de diciembre de 1531, en el cerro del Tepeyac, la Virgen se manifestó al humilde indígena con palabras llenas de consuelo: “No se entristezca tu corazón… ¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre?”.

La repercusión de estas apariciones fue inmediata y asombrosa. Miles de conversiones y bautizos ocurrieron en un contexto de evangelización apenas iniciada tras la conquista española. La Virgen de Guadalupe no solo se presentó como un puente entre culturas, sino como un símbolo de unidad, esperanza y fe para un pueblo en transformación.


