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“Que la vergüenza cambie de bando”

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zairosas.22@gmail.com

¿Por qué no hablaste antes? Es la pregunta más común que reciben las víctimas de algún abuso, una nueva forma de revictimizar a quien toma tiempo para aceptar y entender lo que ha vivido, lo más común es que la víctima sea una mujer y las hay en todos los niveles sociales. La misoginia no distingue nivel educativo o socioeconómico, tampoco nacionalidades, es un legado que lleva siglos y que sigue teniendo un denominador común la omnipotencia del hombre sobre la mujer.

Al menos este ha sido uno de los principales impulsos que llevaron a más de 50 hombre a aceptar la propuesta de abuso que hizo un hombre sobre el cuerpo de su esposa inconsciente, un caso que ha dado la vuelta al mundo por el estremecimiento que causa imaginar la indefensión de la mujer y su familia, peor que si se tratase de una historia de terror y difícil de imaginar a un hombre “genial y de familia” cometer semejante acto y es que aunque se trata de una historia al otro lado del mundo, es un reflejo de vivencias que podría tener cualquiera, de una narración que imaginamos sólo tiene lugar en antros o bares, sin embargo toda persona podría ser una víctima.

Los hechos son de más conocidos. Una mujer sexagenaria con una vida común y aparentemente tranquila, recibe una llamada de la policía, su marido había sido detenido tiempo atrás (2020) al ser descubierto por grabar a mujeres sin su consentimiento en un supermercado. La policía al revisar su teléfono descubre múltiples videos de abuso sexual, llaman a la mujer y es entonces donde ella conoce que durante una década el hombre con el que llevaba casi medio siglo de matrimonio la había drogado todas las noches para que diversos hombres abusaran de ella sexualmente.

La historia no termina ahí, también su hija fue víctima al encontrar fotografías de ella desnuda sin su consentimiento, el hombre en quien más había confiado negaba haber abusado sexualmente de ella, pero no hay manera de saber sobre los daños y si la extensión de los mismos abarca a más personas como sus nietos. Si leemos las descripciones del autor intelectual de las atrocidades, previo a conocerse estos sucesos, encontraremos a un hombre jubilado, de familia, dedicado al hogar, cuyos familiares no podrían decir lo contrario si no hubieran tenido que ver imágenes y videos en los que el cuerpo de la mujer está sumido en una especie de coma y quien consultó durante esta década a múltiples especialistas buscando respuestas.